lunes, 15 de noviembre de 2010
VIENTOS DE TOSCANA....
Son casi las ocho de la tarde... un silencio aterrador y nada tranquilizante hace un efecto de vacío en mis oídos, estoy solo, esos momentos de soledad que alardea tanta gente de saber apreciar, yo no les encuentro sentido. Ya ha pasado el fin de semana en Madrid, ha sido demasiado intenso pero se han desenlazado muchisimas cosas.
Ayer domingo fue un día muy especial, a flor de piel y de mucho llorar. Todo eran palabras y consejos sin pedirlos, era mágico, la vida estaba utilizando a mis próximos para mandarme mensajes, incluso ese Euskaldun con su txapela perfectamente colocada tras darme consejo de la vida, no supo contestarme, al yo decirle -¿por qué me está diciendo usted esto? si yo no le he preguntado nada al respecto- .
Cocinar para gente vasca en Madrid ha sido una de las experiencias más bellas que he vivido, disfrutar de esos abrazos que solo los vascos saben dar, esa fortaleza que te mira siempre a los ojos y te dice : - ESTOY AHÍ OSTIA!!-.
Toda la gente del Txoko Zar de Madrid me arropó de manera bárbara y les ofrecimos entre mi amigo Ignacio Garbayo (alias IÑAKI) y yo una degustación espectacular que a todos les encantó.
Aún no habíamos pasado los túneles de la M30 yo ya estaba dormido, desperté casi en Villena, estaba agotado, pero no físicamente. Madrid me ha ayudado a poder ver mas mi camino. Pude observar tras la conversación con la productora de tv "ojo público" que cuando uno se involucra en algo debe darlo todo y nunca excluirse. Estamos poniendo nuestro esfuerzo en que los documentales vean la luz y así será.
Hoy, ultimando, limpiando y pintando ciertos rayajos de mis peques en la pared, ya me estoy despidiendo de mi hogar ese hogar que fue en su día y hoy a incomprensión de muchos, incluso a ratos hasta por mí, esta roto.
Miércoles cojo las maletas de nuevo y aterrizo en Granada para mi participación en GASTROTUR, estoy ilusionado, es mi primer multitudinario taller con el tema de las algas, me apetece ver de nuevo a la gente de PORTO MUIÑOS y en especial a Antonio Muiños. Me da mucha caña y esto me gusta, por que pocos de los que se hacen pasar por mis amigos me dicen lo que ven desde fuera.
Vuelvo a Madrid para el día 24, pero no para quedarme tras analizar muchas cosas, mi vida es un continuo viaje, así que para diez días que voy a estar en mi espacio, en mi hogar, prefiero que este esté donde nací, en el mediterràneo, así que no me voy a mover de mi montaña alicantina, aunque seguramente Alcoy no sea el destino, de momento me trae demasiados agitamientos al alma, aunque amo mi ciudad.
Yo disfruto de Madrid y de los amigos que allí tengo si voy tres o cuatro días, pero no podría vivir allí, yo soy hijo de mezclas como la mayoría de mediterráneos originarios, y en Madrid aunque aparentemente existe esa óptica cosmopolita no es lugar para fusionarse con la gente.
La vida me ayuda a seleccionar con mis pasos hacia delante y se esfumó el sueño isleño, el ser ciudadano de la capital española, y vuelvo a mis orígenes, a ser libre y mi nido en donde los astros me vieron nacer.
La verdad es que la soledad no es buena, pero también tengo claro que es lo que quiero, y no voy a pagar cualquier precio, ni hacer daño a nadie. Espero que para principios del 2011 poder recibir ciertos ingresos que me ayudarán a zanjar algunas cuentas pendientes que aun quedan del restaurante enterrado hace ya casi seis meses, me apetece que llegue ese día, por primera vez en mi vida tengo ganas de tapar bocas, supongo que mi "manager-rubita" me ha pasado algo de su mala ostia vasca. Verme rodeado de nuevo poco a poco de gente de todas partes de la geografía y que estén tan pendientes de mí a diario, me hace ver quien soy en verdad e ir poniéndome en mi sitio. Aunque muchas veces me venga a la cabeza la canción de "EXTREMODURO" de "¿¿Donde están mis amigos??".
Cada vez apunta más que voy a pasar las navidades solo en Irlanda, y espero que pueda pillar alguna taberna abierta para tomar unas pintas mientras nace el redentor, ya que si no me veo en algún aeropuerto mientras seguramente todos se abrazan en casa.
Me gustan los aeropuertos, son tierra de nadie, como el mar o el cielo.
Bueno mañana si que voy a dejar por fin mi casa, y tengo ganas de cerrar esa puerta, por que sé que ahí queda todo... lo importante que es el amor de mis hijos lo llevo tatuado en el alma...KILÓMETRO CERO.