lunes, 14 de diciembre de 2009

LOS VACÍOS QUE LLENAN NUESTROS HIJOS.





El sábado me sucedió algo maravilloso, una sensación inusual. Mis dos peques actuaban el el belén viviente de su colegio. Dani Aritz representaba a un personaje muy típico alcoyano "TIRISITI" (un posadero profano muy alcoyano) y Aitana iba de vaquita en un rebaño. Hasta aquí todo normal, y bien, al ver a Aitana vestida de vaquita me emocioné, supongo que el orgullo de padre, ya que todos los padres, abuelos, tíos, amigos que había allí en la iglesia tenían los ojos húmedos de ver a sus pequeñuelos. Lo que removió mis sentimientos, fue cuando mi hijo Dani, me buscó entre la gente y me vió. Su expresión de alegría me hizo llorar. Con este gesto cierro un hueco emocional en mi vida, el darle a mis hijos la protección y el orgullo de que sus padres les refuerzan y apoyan, y en esta ocasión mi hijo Dani cerró una herida de infancia mía, porque al ver reflejada la alegría en él, pude sentir algo debía haber sentido hace mas de 25 años. Por partida doble sentí el orgullo de Padre y la alegría de la sangre de mi sangre.